Es un Grundig

Linterna Roja




Porque mi padre tiene mala -pésima o peor- vista para los negocios, nosotros nunca disfrutamos de un Beta. Nosotros exprimimos el Vídeo 2000.

Lo debió comprar un año antes de que despareciera. Recuerdo perfectamente que era otoño y aún vivíamos en el centro. Recuerdo verle entrar en casa mojado por la lluvia, sujetando una caja enorme y una sonrisa mayor a la ilusión que pudo hacernos, que, sin lagunas, la recuerdo también enorme. Él estaba pletórico, jurándose que lo querríamos de por vida y sin condición; pero el vídeo que compró no duraría más de un año, de modo que (contando las que nos prestaba el tío Juan) sólo nos dio tiempo a ver unas diez películas en total, cincuenta mil veces cada una.

La máquina llegó a casa a mediodía como si llegara una nave espacial y durante las primeras diez horas simplemente lo miramos. Luego metíamos la manita por la raja para ver qué había dentro. Los tres metíamos la manita. Los tres éramos pequeños pero yo era la mayor y, aunque así fuera, metía mi manita por la raja todo el rato. Incluso más veces que ellos dos juntos.

-QUE NADIE TOQUE EL VÍDEO HASTA QUE YO LO MONTE -dijo papá CON AUTORIDAD. Y creo que nos pasamos más de un mes esperando a poder ver algo en la pantalla.

Mientras él se aclaraba cómo poner aquel bicho en funcionamiento, seguimos metiendo la manita por la raja nada más llegar del colegio; seguimos mirando el aparato como quien ve un paquete marciano y presiente que será bueno; y sabe (segurísimo) que contiene algo moderno, alucinante y futuro pero todavía desconoce qué será, será...

Esperamos mucho y con muchísima impaciencia; hablamos de ello hasta la saciedad… Hasta que un día, por fin, al apretar el power, aquella maravilla se encendió conectada al televisor. Y tragaba.

-¡Uau, papá, qué pasada!

Ese día no pudimos ver nada porque todavía no teníamos películas pero, aún así, estábamos felices sólo con imaginar sus infinitas posibilidades:

Todos las cintas de video pueden almacenar información de audio y video en ambas caras de la cinta. Lo que duplicaba la duración respecto a la competencia directa.
Debido a su Track dinámico no perdía sincronía en la imagen mostrada. Ya que los cabezales del aparato se autoajustaban a la cinta magnética. Aunque no todos los modelos de reproductores incluían esa tecnología.
Todos V2000 VCRs soportaban función de auto-rebobinado al terminar la cassete (más tarde también fue incorporados esa opción en los sistemas Betamax y VHS)
Reducción dinámica del ruido en reproducción.
Introducción de una pista de datos a lo largo de la cinta.
Sistema de bloqueo de grabación por cada cara, reversible; consistente en una pestaña que permite o no la grabación (En VHS es necesario romper una pieza plástica, que una vez eliminada, impedía la grabación definitivamente). 


Luego mi padre se enteró de que en el videoclub-tiendas de discos, vídeos, golosinasy porno en todo tipo de soportes, Paraíso, el tipo que lo regentaba te grababa, de modo absolutamente ilegal, pelis por 500 pesetas. El tamaño de las cintas 2000 era directamente proporcional a su capacidad: cabían hasta cuatro películas porque se podían grabar por las dos caras. Alfonso, que así se llamaba el tipo del videoclub Paraíso, nos vendió entonces dos cintas piratas.

Las cintas contenían (en este mismo orden): La Guerra de las Galaxias, El Imperio contraataca, La Bruja novata y Chitty Chitty Bang Bang en una; en la otra: Regreso al futuro, Águilas de acero y Karate Kid. Todo eso en dos cintas de 2000 y aún sobraba espacio en alguna de ellas para grabar algo de la tele.

Ahora mismo, no soy capaz de recordar el número exacto de veces que pudimos verlas pero puedo recitar de memoria diálogos enteros de cualquiera de las siete sin pestañear. Recuerdo alguna, por las más insólitas razones, casi todos los días; porque los niños, como los elefantes, nunca olvidan.

Poco después el 2000 pasó a la historia y nosotros nos quedamos con las siete películas en loop hasta la llegada a casa del VHS -como cinco años después- cuando al viejo se le pasó el cabreo. Su elección, apresurada, pasional y nada premonitoria, fue un completo desastre y, sin embargo, en aquellos ochentas, nosotros fuimos unos de los primeros habitantes del pueblo en tener vídeo (2000) y unos de los que menos pelis vieron.

Aún así, todavía hoy los cinco amamos el cine y nos encanta ver películas juntos, aunque mi madre no deje de hablar en toda la proyección y se queje con insistencia de que a ella los bichitos raros no le gustan ni un poco, y que lo que de verdad le gusta (a ella) son las películas reales de amor y lujo.

Con todo, no falta un año en que volvamos a ver La Guerra de la Galaxias en vídeo o El Imperio contraataca; y hasta nos atrevemos con El Retorno del Jedi, a pesar del tremendo chasco que nos supuso descubrir la insulsa carita de Mr Darth Vader cuando se quita el casco.

Pff. Aquel sublime 2000... ¿Dónde habrá ido a parar?

2 comentarios:

  1. ...La velocidad de rotación la había sobrepasado, demasiada transferencia vital en tan poco espacio, complejidades innecesarias, deslizamientos sin sentido... CONTINÚA...

    ResponderEliminar